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Recuerdo que fue una vez,
A mi padre regalado,
Por un tal Pancho Mercado,
Que aún recuerda en su vejes,
Así llego a mi niñez,
Como algo más del pasado,
Que yo curioso, intrigado,
Despacio dentre a leer,
Tal vez por querer saber,
De quien tanto había escuchado.
Entre sus hojas dormidas,
Que aún recuerdo en mi memoria,
Descansaban mil historias,
Y fotos descoloridas,
De un paisano al que la vida,
Según algunos dijeron,
Lo hizo malo y pendenciero,
Pero algún otro decía,
Que con él la policía
Se habían ensañado primero.
Y la verdad que era cierto,
Que había sido maltratado,
Perseguido, acorralado,
Y con un destino incierto,
Dicen que hasta pal desierto,
Habrían querido arriarlo,
Y de tanto castigarlo,
Consiguieron que se hiciera,
De un hombre bueno, una fiera,
Capaz de al diablo pelearlo.
Juan Moreira se llamaba,
Dicen nacido en matanzas,
Y con tesón y esperanza,
De sol a sol trabajaba,
Algunas tropas arriaba,
Rancho y hectáreas tenia,
Con tranquilidad vivía,
Junto a una esposa que amaba,
Y ni por gusto pisaba,
Jamás una pulpería.
Fue un alcalde enamorado,
De una mujer ya con dueño,
El disparador pequeño,
De un gran mundo desgraciado,
Perseguido y acosado,
Cambia el rumbo de su vida,
Y en forma muy decidida,
Se arrastra solo al abismo,
Al comenzar por sí mismo,
A pelear con la partida.
Pelea y mata a destajo,
Herido en lo mas profundo,
Pues ya no existe en su mundo,
Rancho, familia y trabajo,
Su ira pronto le trajo,
Mas desgracias a su vida,
Y no encontró otra salida,
Que dormir a campo abierto,
Ocultarse en el despierto,
O de guardia en guardia.
Su coraje era temido,
Su valor muy respetado,
Su nombre muy mencionado,
Por la gente del partido,
Políticos han querido,
Pa tenerlo de su lado,
Borrar su oscuro pasado,
Y el prontuario que tuviera,
Pagando de esta manera,
Tantos servicios prestados.
El miedo ante su valor,
Y su daga tan mentada,
Lo llevo hasta una emboscada,
Que le hicieron por temor,
De todo ese alrededor,
Llegaron varias partidas,
Que cercando su salida,
En la pulpería la estrella,
Consiguen la tarde aquella,
De a traición cortar su vida.
Donde su daga cayo,
Al mes, sin razón alguna,
Una plantita de tuna,
Junto al paredón se halló,
Ahí sigue, la he visto yo,
Inmensa, histórica, erguida,
Un siglo y medio de vida,
Se enredan entre sus gajos,
Tal vez broto de aquel tajo,
Que hizo el arma en su caída.
Juan Moreira, hombre cabal,
Que bien pudiera haber sido,
En vez de un ser perseguido,
Un gran héroe nacional,
La historia lo trata mal,
Y lo muestra injustamente,
Como un gaucho delincuente,
Vago y mal entretenido,
Yo seguiré convencido,
Que con él la historia miente.