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Dos amigas se encontraban tomando un café
y una le comenta en tono de queja a la otra:
Mi mama me llama mucho por teléfono para pedirme
que vaya a platicar con ella.
Yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser.
Ya sabes como son los viejos:
Cuentan las mismas cosas una y otra vez.
Además, nunca me faltan compromisos:
que el trabajo, que mi novio, que los amigos...
Yo en cambio - le dijo su compañera -
platico mucho con mi mama. Cada vez que estoy triste
voy con ella; cuando me siento sola,
cuando tengo un problema y necesito fortaleza,
acudo a ella y me siento mejor. ¡Caramba¡ - se apeno la otra
Eres mejor que yo.
No lo creas, soy igual que tu - respondió la amiga con tristeza,
visito a mi mama en el cementerio.
Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo,
tampoco yo iba a platicar con ella y pensaba lo mismo que tu.
No sabes cuanta falta me hace su presencia,
cuanto la echo de menos y cuanto la busco ahora que ha partido.
Si de algo te sirve mi experiencia,
platica con tu mama hoy que todavía la tienes,
valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro las tiene
y trata de hacer a un lado sus errores que de una forma
u otra ya forman parte de su ser.
No esperes a que este en un panteón,
porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma,
porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente,
será un hueco que nunca podrás llenar,
no permitas que te pase lo que me paso a mi.
En el automóvil,
iba pensando la muchacha en las palabras de su amiga.
Cuando llego a la oficina, dijo a su secretaria:
Comuníqueme por favor con mi mamá,
no me pase mas llamadas
y también modifique mi agenda
porque es muy probable que este día, se lo dedique a ella!!
¿Tu crees que esto solo se refiere a los padres?
Desafortunadamente no,
Siempre estamos devaluando el cariño
o la amistad que otras personas nos ofrecen
y en ocasiones lo perdemos miserablemente
porque no sabíamos cuan importante era,
hasta que ya no están a nuestro lado.