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Mientras su madre se quemaba al sol,
el niño alérgico a la sal miraba al mar ..
buceaba con los ojos.
Se imaginaba sin camisa, ni
extremidades, sin nariz, ni pantalón ..
y dibujaba un pez.
Se zambulló sin aguantar ..
la respiración.
Hay cuentos sin final ..
Y el que no quiera escuchar nunca sabrá ..
no sabrá si ha perdido el valor de preguntar.
Con disciplina y resignación,
el viejo que vivía harto de vivir ..
contaba sus pastillas.
Envenenaba el aire a su alrededor,
hasta que un día que fue el último ..
apunto de dormir.
Oyó su voz, su propia voz ..
de la niñez.
Hay cuentos sin final ..
Y el que no quiera escuchar nunca sabrá ..
no sabrá si ha perdido el valor de preguntar.
Reconoció su propia voz
y al entender se zambulló ..
en la niñez sin aguantar
la respiración.
Hay cuentos sin final ..
Y el que no quiera escuchar nunca sabrá ..
no sabrá si ha perdido el valor de preguntar.