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No existe el ojo que pueda ver,
lo que esa vez pasó,
el fuego y el dolor.
Fuego, respuesta del que no da más,
del que no volverá.
Dolor, canción de lo que ya no está
de lo que nunca fue.
Es para todos esta bendición
(el ángel sentenció).
Y así nomás por tu propia voluntad,
su cuerpo marchitó.
Sólo un dios que se ha negado a existir
lo puedo permitir .
Y como existo yo y lo permití,
también me culpo a mí.
¿Cuánto no hicimos el cielo, vos y yo
por retenerlo aquí,
por prevenir, calmar o detener
el fuego del ángel?
La puta plaza Italia lo vio arder
en un delirio cruel.
Las palomas dejaron de comer
hasta verlo caer.
Desilusión apocalíptica, mortal razón de ser.
Miseria cruda que lo amamantó,
y no lo vio crecer.
¿Cuánto no hicimos el cielo, vos y yo
por retenerlo aquí,
por prevenir, calmar o detener
el fuego del ángel?