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Doloroso es saber, que te quiero y no puedo,
decirlo con el alma; ¡cómo quisiera hacerlo!
Si lo saben las piedras de esta casa, y el cielo,
y mi sombra, que está rondando tu silencio.
Y mi sombra, que está rondando tu silencio.
Y lo saben mis manos, que acarician tu cuerpo;
y mis labios que, siempre, alborotan tu cuello;
y las sábanas blancas; la madera de cedro
de ese lecho, revuelto por el amor; ¡te quiero!
De ese lecho, revuelto por el amor; ¡te quiero!
Si preguntas al muro de este cuarto en penumbras,
y te quedas mirando las estrellas lejanas,
nadie te ha de decir lo que callan mis labios,
porque tiene, el amor, sus misterios sagrados.
Porque tiene, el amor, sus misterios sagrados.
Pensarás, que yo amo solamente tu cuerpo,
y que olvido detalles, delicados, ¡por cierto!
Pero mi amor es sombra, ternura y sentimientos,
y se vuelve nostalgia, perdida en el recuerdo.
Y se vuelve nostalgia, perdida en el recuerdo.
Imposible saber cuando llueve en tu alma;
y en mi alma, yo sé que hay tormentas extrañas.
Yo he nacido de ti; tú has crecido conmigo;
y te mueres de amor, desde que yo lo vivo.
Y te mueres de amor, desde que yo lo vivo.
Si preguntas al muro de este cuarto en penumbras,
y te quedas mirando las estrellas lejanas,
nadie te ha de decir lo que callan mis labios,
porque tiene, el amor, sus misterios sagrados.
Si la sombra, es la luz del amor que ha pasado...