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Si me hiciera feliz, que más daría
soportaría el hielo y la resaca
como un alma que en pena se extravía
mientras apaga moribunda el ala.
Si me hiciera feliz, que importaría
coser mi beso al labio forastero
y embelesado el corazón me dejaría
engatusar el sino y el pellejo.
Bendice la felicidad, bendícela mi hijo
te ayuda a perdonar y hasta te alivia
hoy hay quien ha perdido los colmillos
para que la felicidad se le sonría.
Bendice la felicidad, bendícela mi hijo
no hay nada como hacer lo que se debe
no habrá una cicatriz como el rencor sentido
y a la felicidad no le conviene.
Si me hiciera feliz, aprendería
a blasfemar en todos los idiomas
se me calentarían las encías
de masticar las tibias palabrotas.
Si me hiciera feliz, disfrutaría
la mueca de los malos perdedores
si me hiciera feliz, qué detendría
la baraja final que los derrote.