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Me sorprende tu manera de tratarme
y ese tono cariñoso con que hablás...
¡Quién diría que hace poco al amurarme
me mirabas sobre el hombro, tan altiva, tan mordaz!...
¡Quién te viera sin un resto de arrogancia!...
¡Se acabaron tu desprecio y tu desdén!...
Hoy, de vuelta, no te das esa importancia
que te dabas al hablarme de otra vida y de otro tren.
Hoy tengo el gusto de verte
volver como yo quería...
¡Mirá si yo lo sabía
que ni un momento dudé!...
Que el día menos pensado,
como una cosa resuelta
ibas a venir de vuelta
sin grupos... y no le erré.
¡Te lo juro!... Tuve ganas de vengarme.
Mi amor propio no entendía otra razón.
Fue un momento, pero pude serenarme
y me dije bien tranquilo... ¡Necesita un tropezón!
Necesita que la engrupan y que un día
se dé cuenta que vivió en un folletín;
que se encuentre sin cariño y en la vía
pa' que entienda que todo eso no fue más que un berretín.