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No hay ojos más lindos
en la tierra mía,
que los negros ojos
de la tapatía.
Miradas que matan,
dolientes pupilas
noches cuando duermen
luz cuando nos miran.
En noche de luna
perfume de azahares
y en el cielo estrellas
y tibios los aires.
Y tras de la reja
cubierta de flores,
la novia que espera
temblando de amores, sí.
Al ver esos ojos
que inquietos esperan
apagan sus luces
las blancas estrellas.
Los aires esparcen
aromas mejores
y todas las flores
suspiran de amor.
Por una mirada
de tan lindos ojos
estrellas y flores
padecen enojos.
Los aires suspiran,
el cielo se apaga,
y el alma vaga
la queja de amor.
Fernando Velásquez - J.F. Elizondo