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Luminosas, inasibles, madrecitas añoradas
Tejedoras del recuerdo, abuelitas de la infancia
Inclinadas sobre el rezo, amorosas y lejanas
No me dejen sin el beso a la orilla de la cama
Ponte niña los mitones
Y la mañanita blanca
Ponte niña los azules
En las trenzas y en el alma
Que dios quiera que no pierdas
Tu alegría de campana
Mientras creces yo vigilo
Que no te lastime nada
Sigo viéndolas de lejos y en los versos se me escapan
Sigilosas y queribles, bienhechoras como hadas
Las presiento entre mis cosas, deambulando por mi casa
Dándome la bienvenida cuando vuelvo desolada
Que dios quiera que no pierdas
Tu alegría de campana
Mientras creces yo vigilo
Que no te lastime nada
En el hondo viejo patio de la honda vieja casa
He perdido aquella niña cuando ustedes ya no estaban
Sin embargo algunas veces la he pillado en mi mirada
Reclamándoles el beso a la orilla de la cama