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Te acordás mi chinita,
del puente Pexoa, donde te bese
que extasiada en mis brazos tu me repetías, no te olvidare.
Tardecita de sol, fiel testigo de amor
en el puente Pexoa, querida del alma,
no existió dolor.
Como estará, en la ensenada el viejo seibal
los jazmineros y orquídeas en flor
a quien canto dulcemente el zorzal.
Quiero volver a contemplarme en tu ojos camba
y que me beses como te bese, bajo la sombra del jacarandá.
Y ese largo camino, que hoy el destino de ti me alejo
no podrá la distancia, vencer a las ansias, de unirnos tu y yo.
Entonces cantare, tardecita de amor,
a ese cielo divino, cielo correntino, que nos cobijo.