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La palabra imposible no me gusta, federico
Es tan triste, mirá, y asusta tanto
Tengo algunas cositas que decirte
Que bien sé que te cuestan a diario
Una es...
Que no dejes los zapatos en el medio del cuarto
Y otra es...
Que la vida es esta espiga
Que florece sin más entre los cardos
Y te pide soltá la primavera
Y te espera
Al final de cada día, federico
Como un cálido abrazo
Y a qué vengo a aburrirte con la lata
Te estarás a esta altura preguntando
Bueno, es porque ví como al descuido
Que te estaba ganando el desencanto
Te he notado pensando entristecido
Y te he visto los ojos desvelados
Y me dije ¡qué cosa federico!
No te caigas, por dios, te falta tanto
Fui por libros buscando cómo hablarte
Los poetas, pensé, hacen milagros
Los poetas convencen, por ejemplo
Que la rosa es más rosa entre los cardos
Pero cómo te hablo de poesía
Me asombré con los libros en la mano
En verdad, no venía mucho a cuento
Y empecé por lo que era menos arduo
Que acomodes un poco tus papeles
O que saques a milton más temprano
No se ordenan por cierto las tristezas
Ordenando eficaz lo cotidiano
Pero, en fin, uno lo hace por reflejo
Y por amor se obnubila y dice a cambio
Que, por dios, no te caigas que la vida
Está dándote siempre su milagro
Descubrí para entonces, federico
Que las vueltas las daba porque acaso
Tuve tonta vergüenza de decirte
Que te quiero sin mucho mas preámbulo
Creo haberla hecho larga finalmente
No es sencillo escribir sobre lo humano
Asomate que el sol ya está y no dejes
Los zapatos tirados en el cuarto