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Aunque no sepas pedirlo,
ni quieras perdón,
más falso es quien lo regala
sin el corazón.
Y puedes quemar el mundo
con la condición,
de que al final de la noche,
digas sé quien soy.
Si ves al potro maldito
de la soledad
dile que tienes amigos
de los de verdad.
Guárdate de sonrisas
que quieren pintar
con el pincel de la envidia
que es como un puñal.
Que no te doble nunca el viento,
que la caricia del tormento
se convierta en nubes sueltas.
Que no te doble nunca el viento,
que la caricia del tormento
se convierta en nubes sueltas.
Cuando disparen mentiras,
sin suerte, al azar,
acuérdate del olvido,
siempre es de fiar.
Que el humo de la verdad,
no se deja coger
y hace toser a los torpes,
que no saben ver.
Aunque no sepas pedirlo,
ni quieras perdón,
más falso es quien lo regala
sin el corazón.
Y puedes quemar el mundo
con la condición,
de que al final de la noche,
digas sé quien soy.
Que no te doble nunca el viento,
que la caricia del tormento
se convierta en nubes sueltas.
Que no te doble nunca el viento,
que la caricia del tormento
se convierta en nubes sueltas.