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Después de otras historias vividas,
llegaste hasta mis sueños un día
y, a menos de un segundo de verte,
de estar contigo, cambió mi suerte.
Y, ante el concierto de tu alegría,
te abrí mi alma, te hice mía.
No duelen las heridas, se olvidan
tan sólo con mirarte, querida.
El vuelo de tu risa me lleva
hasta la orilla de las estrellas.
Llenas de vida mis pensamientos
con tus palabras, con tu silencio.
Me acostumbré a quererte
de una y mil maneras.
No queda un solo espacio,
de ti, que yo no quiera.
Me acostumbré a quererte
y sé que es para siempre,
por todas esas cosas
que te hacen diferente.
Me acostumbré a quererte
de una y mil maneras.
No queda un solo espacio,
de ti, que yo no quiera.
Me acostumbré a quererte
y sé que es para siempre,
por todas esas cosas
que te hacen diferente.
Me acostumbré a quererte...
No duelen las heridas, se olvidan
tan sólo con mirarte, querida.
El vuelo de tu risa me lleva
hasta la orilla de las estrellas.
Llenas de vida mis pensamientos
con tus palabras, con tu silencio.
Me acostumbré a quererte
de una y mil maneras.
No queda un solo espacio,
de ti, que yo no quiera.
Me acostumbré a quererte
y sé que es para siempre,
por todas esas cosas
que te hacen diferente.
La lluvia en la ventana,
la luz de la mañana,
reflejan tu mirada transparente.
Es más que una aventura
subir a tu locura,
llevarte en los rincones de mi mente.
Me acostumbré a quererte...
Me acostumbré a quererte
de una y mil maneras.
No queda un solo espacio,
de ti, que yo no quiera.
Me acostumbré a quererte
y sé que es para siempre,
por todas esas cosas
que te hacen diferente.
Me acostumbré a quererte...
Me acostumbré a quererte...