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Entraba con sigilo
(la puerta estaba abierta).
La noche era propicia
para hablarte de amor.
La pena que tenías.
Sopor que custodiabas.
Los ojos que dormían,
que ya nada esperaban.
El rouge deja en el vaso
el beso de tu boca.
Pero a mí no me besas.
Solamente me miras.
El falso redentor
inventa una flaqueza,
un débil personaje
con su propia tristeza.
La cosa es convencerte
Yo soy el apropiado.
Yo soy el hombre suerte
que llegó de algún lado.
Tal vez mañana encuentre
la punta a esta madeja.
Tenga claras ideas
y más fuertes vigores.