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Hombre de América, el canto
que por ser tuyo, cantamos
es parecido a la niebla
y también al desamparo.
Hombre de América, el canto
que por ser tuyo, cantamos,
es parecido a la niebla
y también al desamparo.
Porque las lluvias amargas
llenan los aires de llanto;
muerte nos tapa la cara
vida se ha vuelto el sarcasmo.
Quiero tu tierra tranquila.
Quiero tu cielo aquietado.
Quiero tus campos fecundos
y tus desiertos colmados.
Hombre del mundo, este canto
que por ser nuestro, cantamos,
busca una senda y encuentra
sólo la sombra de un rastro.
Rastro de tierra manchada
polvo, ceniza o pedazo
de algo que fuera un deseo
ya convertido en cansancio.