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Ella se sentó en un bar,
vió pasar su vida en ese lugar,
un extraño viento levanto sus pies,
despertó en sus ojos una tibia sensatez.
No había ser humano que la pudiera entender,
guardó en su alma aquellas dulces flores de papel,
resignó sus sueños para poder continuar,
se dicta palabras que la ayuden a olvidar.
Y hoy la veo en el balcón,
engañandose a si misma, sin objecion,
regando sus alas de hoy,
no hay punto de vista peor.
Por sus venas corre la felicidad,
y una sucia mueca tallada a mano lucirá,
cuando haya 2 soles y no sepa dónde mirar,
cuando despierte del sueño y vuelva a la realidad.