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Las ocho de la tarde y aún tirado en ese parque, pienso en no volver y que jamás se me rechace por aquello que he vivido una historia y desenlace, lo importante de mi vida era entonces un escape de barras y barrotes. Que la llave de la cárcel era el odio de mi padre y las lagrimas de madre, que brillaban por los golpes que pegaban las paredes, que bañadas color rojo ya no se ni a que atenerme. ¿Dime por qué lloras? ¿Dime que te pasa? Anda hijo, tú tranquilo, ¡Coge el dinero, corre, escapa! Carreras terminadas por los gritos y los golpes. Palabras rechazadas por el odio en un escote. Lo pienso y yo lo siento, de los golpes como el viento, que caían como lluvias y mas cura me reviento. Lloros porque cobros son baratos sobre hombros, no son locos son retrogros que trafican por los codos. El efecto de las drogas, ¿Con quién pagan? ¡Ay la esposa! Llego tarde, una pregunta ¡¿Qué ha pasado puta mocosa?! Cristales por los suelos. ¿Dime madre que a pasado? Tranquilo, ayer tu padre llegó un poquito mareado. ¿Porqué en el baño hay sangre, si nadie se ha cortado. Es maquillaje, que usa madre para pintar los labios. Excusas me ponía cuando yo antes era crío. Lo siento gente, pero este chico ya ha crecido.
Sigo temblando al acostarme aquellos tiempos fueron un tormento, la vida perseguida por tendencias que lamento. Sueño cada noche con romper esta cadena, me encadena en un asiento, va cumpliendo mi condena . El amor se asustó, me vio y salió despavorido, vagué por frías calles de tristeza en el olvido. No pudiste entenderme soy así yo no lo elijo, no aceptaste que un homosexual fuera tu propio hijo. Los golpes del rechazo provocaron mi caída mi hundimiento personal que abría alguna vieja herida. Castigo de dios por nacer con diferencias al resto de personas que tomas por referencia. A veces imagino un mundo extraño, en el que no existieras tú para poder hacerme daño. ¡Que grito, que insulto, que patada! Tú dirás cual de todos esos golpes no me dejan caminar. ¡Que desprecio, que portazo, que vida sin un abrazo! Cuantas metas en mi vida desde entonces que no alcanzo. No puedo ni decir que soy más fuerte, pero sí que te confieso que me alegro de tu muerte. Ya todo es diferente y aun así no es suficiente, que una rueda de mi silla te reviente lentamente. Se que mi tortura finalmente terminó, lo que no tengo muy claro, es si mereces la canción. Ella fue la que me dio el milagro de la vida, de una vida destruida de mi infancia ya perdida. Madre como tú sólo hay una, que maltrata a su hijo desde que duerme en la cuna. Que cambia el amor por desprecios y dolor, que cambia esos besos por abandono y temor. Todavía estas presente en mi mente y siente el desprecio que te tengo a ti y a toda tu gente. Siempre te dije te quiero, ¿Y que hacías? Ibas a beber alcohol que para ti es lo primero. Y cuando tú te marchabas yo siempre te esperaba, ilusionado y sentado, la puerta me observaba. Pero no me imaginaba que el saludo fuera un golpe, un golpe que marcaba mi pequeño cuerpecito. Yo quería ser feliz no empezar con el delito. ¿Que culpa tenía yo si era un niño desvalido? Que lo único pedido es mi beso merecido, el cariño de mi madre que nunca he conocido. Mucho he estado sin verte, pero hoy te he vuelto a ver. Como el niño que fui he llorado, sí, porque siempre te he odiado y todavía no he olvidado cuando siempre me obligabas, me pegabas, me atabas, siempre me decepcionabas, me llamabas y me dabas. Cuando tu me encerrabas, cuando casi me matabas. Madre como tu sólo hay una, la madre que odié desde que dormía en la cuna.