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Fue dulce de tu parte
hecharme la maldición,
la venganza es el placer
para una diosa como vos.
Me arrojaste de tu vida,
un cascote a la deriva,
un ciego sin espejo
abandonado en el sol.
Me diste una patada
tan eterna de dolor,
me juraste no olvidarte
ni siquiera del perdón.
Me diste tan de lleno
que acercaste sin desprecio,
un cuento sin final
cuando pase lo mejor.
Bruja de mi perdición.
Bruja de mi destrucción.
Y así esperé
que se abran los caminos.
Y así esperé
los ángeles perdidos.
Y así pasé
mil años esperando
que tus ojos de cielo
me saquen de esta soledad,
soledad... de esta soledad...
Te saliste con la tuya
no paraba de llover.
Me puteaste como nunca
y en la calle me mojé.
Yo rezaba a los santos
por las dudas que tu encanto,
se fuera con el grito
y no volviera a aparecer.
Y ya que te cobraste
a pesar de mi dolor,
yo ya no tengo precio
ni guita en el colchón.
Me queda la esperanza
que en la próxima venganza,
me dejes de recuerdo
un beso de traición.