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Qué bien te sienta la tarde
con lo que ha llegado hoy a nuestro jardín de mármol,
de líquenes buscando limoneros con aullidos milenarios,
han venido picarazas
a peinar con su canción el cabello sonrojado
y mustio del crepúsculo caído donde mora el desencanto,
todas las horas jadean
si el ocaso no se está en tus ojos desangrando
y los párpados bostezan y enmudecen como mirlos desolados,
sola queda la cañada
y embriagados los infiernos de mi olor,
y será fiero el futuro que castigue,
que descubra en ceniceros lo que no te dije,
voy a desligar las tibias de este diábolo sombrío
que hay veces que no se acuerda
de que sigo siendo un niño,
y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras,
acuérdate del tragasables que tus lunas derritió
con su forja miserable,
apiádate de los zarzales que tan huérfanos dejó
junto a humeantes panales,
voy a desligar las tibias de este diábolo sombrío
que hay veces que no se acuerda
de que sigo siendo un niño,
y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras,
yo te querré deshecho, te querré en la roca viva,
te querré en todos los versos
que no quieran tus pupilas,
yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría,
te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí.