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Corre, corre, corre, que la vida se nos va
y es demasiado tarde, todo siempre más allá.
Y la clepsidra pierde el agua
y el tiempo nos desnuda a fuerza de dudas.
Todo parece quieto en su velocidad,
y, si Francesca duerme, es ya diamante y no lo sabe
las humillaciones vienen con retraso
extremadamente lentas, más que el recuerdo.
La nostalgia del presente me alcanzará
y la clepsidra es un monstruo inteligente,
Cristo hace que no sea él, en el retrete de un bar,
está el ángel que vomita por el vértigo,
que esta vida salpica sobre nosotros,
que nos volvemos hombres al precio de un héroe.
Y siempre es demasiado tarde, siempre más allá
y desmenuzando recuerdos la clepsidra...
ser pareja, piensa cuánta fuerza nos da.
Francesca, ser dos nos salvará, nos salvará!
Corre, corre, corre, todo parece irse:
la tinta de los cuadernos, la tristeza y la alegría
yo, como un ciervo envenenado,
siento caer los nervios, músculos y aliento.
Y Todo siempre es muy tarde, siempre más allá
y recordando los momentos, la clepsidra...
hace que no sea él, ese aliento del adiós,
teléfono que cuelgas, espera a que llegue yo,
y hace que no sea él, la trágica mitad,
de una clepsidra al rojo vivo y píldoras aquí y allá.
Es tiempo de resurrección, espera amor mío,
que aspira un viento nuevo de canción, ¡espera!
Y hace que esté yo secándome de tí
y luego buscamos un dios,
¿existirá? ¿existirá?
Es tiempo de resurrección, espera amor mío,
que aspira un viento nuevo de canción, ¡Espera!
¡Espera! ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera!
¡Espera! ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera!