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Si te tuviera, sabes que
entendería mi vida descubriendo dentro de mí,
con la señal de despues,
que cada elección equivocada me conducía a ti.
Así me imagino ya tu sonrisa
y veo que se nos enciende.
En el estadio en un bar, con un gesto afectuoso
que no nos llega nunca.
Quisiera regalarte un cielo de agosto
que hace de marco a una estrella que va,
un sol escondido que nace de dentro
y dibuja el confín de tu libertad.
Aquel sonido ligero de un nombre importante,
las alas de un hombre volador
para no esconderte nunca, dentro de mis reproches.
Y si tú estuvieses aquí,
tendría el valor de enamorarme de ella,
para hablarte así como, en efecto, ya hago,
aunque no me escucharás, pero serás mi orgullo
la golondrina que vuelve por sí misma.
Quisiera regalarte un mundo diferente
que hizo la paz con su crueldad
aquel preciso remordimiento que nace equivocándose
y confirma la fuerza de cada fragilidad
el anárquico instinto de un corazón inmigrante
las alas de un hombre volador,
para llegar más allá... (y buscar tu margarita)
de esta pequeña vida,
donde más sincero eres tú (evitando cada camino equivocado)
Yo quisiera regalarte el infinito que da
el tierno abrazo de un padre soñador
que como un hombre volador
aunque no estés,
sabrá en el corazón quién eres
yo espero y quiero esto.