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He visto la provincia de Río Negro reflejada
en tu mirada de áreas lacustres.
He visto el vuelo de la sombra blanca,
cadena que amarra al viajero que no quiere regresar.
Pastor patagónico que fue tu abuelo vasco.
He tocado tu pelo de pastizales,
he tomado tus manos de un cobrizo coirón.
Colgade de vellones de lana y ovejas,
pámpanos temblones sobre campos dorados,
en la tarde ventosa y suave de tu tierra.
Como espuma en las crestas de unas olas terreras
rielando en tu mar de hierva pampanera.
Ya voy. Aquí estoy.
Tras el regreso me veo aterido de nostalgia
en esta imposible carretera.
Bajo el humo privado de mil chimeneas
del gran polígono que anuncia la ciudad.
A velocidad infernal nos desplazamos
sobre máquinas con ruedas, y no me acostumbro,
para confluir como plaga de langostas
a los mismos lugares, a las mismas horas.
Así que voy sintiendo que aquí malgasto la vida
que ya sólo quiero tener entre mis manos
las tuyas de aquel cobrizo coirón
Ya voy. Aquí estoy.
Colgado de vellones de lana y ovejas,
blanquecinos temblores, sobre campos dorados
en la tarde ventosa y suave de la tierra.
Como espuma en las crestas de unas olas eternas
rielando en un mar de hierba pampanera.
Ya voy. Aquí estoy.
Ya voy. Aquí estoy.