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El calor que tú me has dado
no volvió en ningún momento.
No encontré otro mirlo blanco.
No lo hay bajo el firmamento.
Del vuelo de tus palomas,
del ala de tu sombrero,
me columpié en el alero
de los aires que te dabas.
Abanicos por pestañas
que cada vez que me mirabas
se me doblaban las cañas
varitas de paragüero.
La sombra de una palmera
es alimento del alma.
Ahora que todo ha pasado;
neblina del sentimiento.
Añoranza de otro tiempo
en que me honraba tu presencia
que fue tu amistad sincera,
desinteresada y cierta.
De la sombra, de la sombra que yo amé.
De la sombra, de la sombra que se fue.
La sombra de tu palmera
me cobija, es un encuentro.
Con sus brazos me rodea,
me apacigua el sufrimiento.
Es un desierto de esperas,
de amaneceres ardientes,
de mañanas que florecen
como troncos de serpientes.
La sombra de una palmera
es alimento del alma,
es un desierto de arena.
Ahora que todo ha pasado,
neblina del sentimiento.
De la sombra, de la sombra que yo amé.
De la sombra, de la sombra que se fue.