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Los perros de la oscuridad
Sitiaron la casa
Los aullidos de las sombras
Aturdían mis nervios
Estábamos tan solo ella y yo
No había gente alrededor
Y cerramos la puerta queriendo
Escondernos del miedo
Oíamos a los demonios
Ladrando furiosos
En la noche roja, fría y lluviosa
Y llena de misterios
Entonces ella propuso un juego
Para olvidar nuestro encierro
Y sus manos suaves, finas y ansiosas
Acariciaron mi rostro
Y se desnudó en silencio
Ofreciéndome el vino de sus besos
Y me embriagué con su sexo
En la ardiente hoguera de nuestros cuerpos
Y por un momento el olvido
Invadió los sentidos anestesiados
Y desapareció el peligro
Ocultándose afuera, agazapado
Siempre hay almas que se esconden en la niebla
Siempre hay miedos que aparecen de la nada
Nadie escapa de los perros de la noche
Ella corre y se pierde en la niebla
Después de hacernos el amor
Nos quedamos dormidos
Y algunas horas mas tarde
Escuchamos un grito
Ella creyó reconocer la voz
Y siguió sus instintos
Saliendo para intentar rescatar
Lo que nunca ha existido
Y lo que creyó que era un niño
No era otra cosa más que el destino
Que iba disfrazado en la noche
Con unos designios malditos
Siempre hay almas que se esconden en la niebla
Siempre hay miedos que aparecen de la nada
Nadie escapa de los perros de la noche
Ella corre y se pierde en la niebla
¡Que los perros se apiaden de ti...!