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El Jah nos marcó el camino.
Simple, firme, justo, yendo en paz.
Y el demonio hambriento,
vino para nuestras almas devorar,
y nos ofreció vulgaridad
tan fácil de alcanzar:
dinero, rey de almas pobres
a las que sometió adorar.
Y ya no ven nada.
Y ya no ven nada más.
Y ya no ven nada,
como marionetas tristes.
Van ostentando riquezas,
acumulando ya, sin emoción.
La ambición los anestesia,
endureciendo el corazón.
Y ya no ven nada.
Y ya no ven nada más.
Y ya no ven nada,
como marionetas tristes.
Y ya no ven nada.
Y ya no ven nada más.
Y ya no ven nada,
como marionetas tristes.