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Una tarde de domingo después de mucho quererlo
siendo yo un pequeño niño mi padre me compró un perro.
Pecho blanco y amarillo, hocico grande y peludo,
eran sus patas tan largas que parecía un zancudo.
Era bien flaco y chiquito, muy lindo el animalito,
de día y de noche jugaba, mi perro no descansaba
Tony se llamaba.
A su lado fui creciendo era mi fiel compañero,
se tornó en un Colie grande, era todo un caballero.
Pero los días felices duraron no mucho tiempo,
pues un día enloqueció y sin razón me mordió,
También mordió a la vecina, desbarató la cocina,
a mi hermana el pantalón y el pie le despedazó.
Se convirtió en pesadilla, mordió a mamá en la rodilla.
Mi padre desesperado a un hombre lo regaló
el perro nunca volvió
A pesar de haber sufrido por sus profundas heridas
yo esperaba su regreso, llorando por su partida
Fué mi primera Lección de aprender a perdonar;
pues cuando es grande el amor todo se puede curar .
Al Tony de mi niñez nunca lo voy a olvidar.