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Por milangas en dos panes
y algunos electrodomésticos
regalamos nuestra vida
nuestros divinos momentos
sin chistar y hasta felices
de toda esta libertad
cuando nos dan 20 días
¡cuánta amabilidad!
¡qué alegría!... ¡llegó el día!
de la licencia anual.
¡Qué patéticos demócratas!
tan posmo y esclavizados
casi sin darnos cuenta
nos pensamos informados
mirando las pantallitas
¡qué bonitas!... ¡qué brillantes!
espejitos de colores
disfrutando esos favores
¡cuánto antes!... ¡llegó el día!
de la licencia anual.
Seguro debo estar loco
porque no entiendo razones
para andar cumpliendo horarios
cuando la vida me llama
haciéndome una guiñada
bajándose los calzones
en alguna madrugada
y pido prestada una hora
y veo despuntar la aurora
de la licencia anual.
Pero ¡guarda el manicomio!
que si no caés en cana
los obreros y empleados
y todos los sindicalistas
agremiados o patrones
oligarcas y peones
todos, todos, todos, todos
te dejarán relegado
diciendo malhumorados
no le gusta trabajar
Me da un poco de vergüenza
tragarme esa pildorita
del absurdo cotidiano
y luchar por otro aumento
aunque sea del ciento por ciento
y ver girar el reloj
hasta que al fin me jubilen
de tanta magia perdida
y ver el cartel de salida
ya sin licencia anual.
Hasta que llegue un buen día
del despertar la conciencia
del Ser Nuevo Iluminado
que t e susurre al oído
¡huelga de brazos caídos
de hoy en más, y para siempre!...
aunque siempre habrá un carnero
que sin pretender dinero trabaje
en su licencia anual.
Y cuando viene alguien y explica
que el trabajo dignifica
no entiendo que significa
para mi que... jajaja.