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Mi casa era un barco velero
cada vez que madre hacia la colada,
con velas de sabanas blancas
tendidas a los vientos de estas montañas.
Un barco de piedra en el valle,
anclado hace siglos a orillas del ara,
frente a la isla de la velilla
y entre las costas de fiscal y boltaña.
quien me iba a decir a mi,
que soñaba con el mar,
que en un maldito pantano, ayayay,
mi casa iba a naufragar.
a jánovas digo adios,
a la velilla y lacort;
adios, barquitos hundidos, adios;
mi pobre pais, adios.
y aunque han pasado muchos años
no podre olvidar nunca aquella mañana
en que descubri que no solo en los cuentos
siguen existiendo piratas.
cuando al abordaje tomaron
el pueblo y tuvimos que marchar de casa,
y al ver las lagrimas de madre
a pique se me fue de golpe la infancia.