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Johnny coge el bombardero y lo eleva por el cielo.
No hay cañón que alcance a Johnny ni rival que lo derribe.
Johnny está en un videojuego, controlando la pantalla.
Johnny nunca ve la muerte.
Johnny tira los pepinos oyendo jevimétal.
¡Es nuestro campeón!
¡Es nuestro campeón!
¡Es nuestro campeón!
Johnny no mata a la gente: elimina el objetivo.
Johnny no es un asesino, Johnny tiene un buen oficio.
Johnny es frío y profesional.
Johnny escribe en una bomba: "El petróleo, para mí."
Y la gente quiere a Johnny, que defiende a su país.
Se acabó la gasolina.
Y aunque Johnny vuelve a casa convencido de su hazaña,
Johnny sólo es un cretino que maneja un bombardero.
Johnny es un bastardo.