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Ana, amada, tenías razón,
te has ido y ahora comprendo tu voz:
"nada te debo, nada me debes,
vida, estamos en paz".
Tú me decías:
"la vida es un juego,
nada es para siempre, disfruta jugar".
Yo tenía prisa, buscaba respuestas,
ciego corría y tropezaba al andar.
Ahora paseo de noche
con tu ausencia a mi lado.
Un largo adiós que nunca se acaba.
Ana, vivir es despedirse, amor.
Ana, la muerte no impide que escuche tu voz.
Ana, no eres un recuerdo, tu vives en mí.
Tengo tatuado tu nombre,
una rosa roja y un puñal.
En mi pecho te llevo. Vida, estamos en paz.