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De los pelos y a la jaula
por diez pesos le cambiaron la noción,
de una raza que camina a la extinción.
Con los dotes de un canino,
supo hacerse un lugar,
entre los seres queridos.
Su corta vida alcanzará
para hacer la revolución,
de una raza tan cercana a la razón
Y aunque no tenga testigos,
como así lo bautizaron,
Ernesto fue otro argentino
Que peleaba para escapar,
de una Matrix de aserrín y paredones
Olfateando la libertad,
se fue alejando de tibias generaciones
La ruedita cazabobos
no posterga la ilusión,
del que viene a cumplir una misión.
Su dueño entre Gran Hermanos, sin entender la función
y el conquista tres cuartos del comedor
Su constante salto en alto, su estrolarse con valor
mi pachorra, mi conciencia y mi razón.
Me carcomen el cerebro, me merezco un girasol
y el merece la promesa
Que algún día va a reencarnar
y volverá a dejar la medicina.
En Bolivia lo escucharán
pronto lo esperarán por Argentina.