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La muerte televisada, el sufrimiento en cadena nacional.
Siento la angustia, voraz angustia, de mi garganta ahorcada.
Mi vida convive en nuestra soledad y apaga la pasión.
Horrorizado, sofocado, abrumado y despojado,
Me dejo caer en la razón.
Mientras la histeria pide más represión.
La realidad de anteayer anima la función.
Sólo es verdadero aquello que es soñable.
La invasión de los invadidos algún día llegará.
La pantalla bebe de mis lágrimas.
Lo inerte se hace... se hace real
Y lo vivo muere en la objetividad.
¡A oler el sol!