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El calor me mata,
la lluvia me pervierte,
cuando nieva en Sevilla
me gusta verte.
El humo me ciega,
las nubes me levantan,
y sólo me consuela
la virgen de la estampa.
Los dulces me atan,
el ruido me alimenta,
no me sirve el paraguas
cuando viene la tormenta.
Las moscas me pueden,
gatos me hieren,
los niños me pintan
en las paredes.
Los guardias me advierten,
las monjas me arrugan,
me entran las ganas de mear
cuando sale la luna.