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Recuerdo en una ocaciòn,
el la estancia Los Quevedos
mientras bailaba una cueca
no va y se me escapa un perro.
Parecia bien mansito
y resulto tan feroz,
salio como una estampida
se fue, sin decirme a dios.
Lo corri por todo el pago
y no lo pude alcanzar,
que vientos lo habran llevado,
mi perro, donde andara.
A veces...
A veces en mi tristeza
recordándolo me quedo
y se me hace que anda cerca
y hasta siento olor a perro.
Por eso...
Por eso cuando en la huella
voy galopeando en mi potro
le ruego al cielo que nunca
se me vuelva a escapar otro.