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Esquiva a los gigantes y se esconde de la noche
Sin meter boches, el caracol se enreda entre las hojas de flores grandes
O muy gigantes que en la humedad de mi terraza casa se armo
Tiempo, que vuela lento a su lado, espejos de oro trae con el
Un rastro deja tras sus huellas, que de cristales suelen ser, un
temblor, para la maravilla de ese ojo que lo mira, o más bien, un
adiós, de un espiral que gira sobre conchas querubina
Alegría es sentirte tan humano, para ser, tan pequeño tu grandeza puedo
ver
Tu hermafroditismo suele ser una ventana
Que de mañana, despierta al micromundo con los rayos de un sol que
siempre nace
Y al acostarse deja a la luna pasos ocultando el calor
Sueños, son los que emanan tus colores, en la selva viva de un jardín
Parecieras no tener temores, recostado siempre en un jazmín de Mulán,
tan libre como el pentagrama de las notas que no mantienen compás,
perdidas en acordes entre plantas e ilusión
Caracoles, un poema no muy claro, la canción, que más de alguno sigue
tarareando con rara sensación.