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Los instrumentos soplaban lamentos, Caperucita,
entre la paciencia y el nervio avanzaban.
La castañera pelaba boniatos
y un olor a carbón invadía las calles,
que sigilosamente andaban.
Cantaban los pájaros su despedida,
Otoño había llegado y con él
la melancolía del Verano.
La gente bajaba a los túneles
envueltos por Viento,
que subía corriendo escaleras
perseguido por Metro,
que cada tres minutos vaciaba los andenes.
Y así la familia Metro al completo
transportaba a la gente de hogar al trabajo
y del trabajo al calor del hogar, continuamente.
Recuerdo, andaba tras Pasado y Presente,
su hermana Melancolía caminaba, dulce y amarga.
Pasado tras Presente eternamente y Futuro al frente,
misterioso y enigmático, siempre con permiso de Tiempo,
sinónimo de cambios y soplaban vientos.
Por fin llegó la Primavera y los niños amapola,
la música triste se llenó de color
y la ciudad entera salió a las calles a saludar a Sol.
Los días se alargaron y con ellos perdió el sentido esta canción,
gris y desencantada.
Hasta el próximo Invierno hermanos y hermanas.