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Me he estado observando en el espejo tanto tiempo
que he llegado a creer que mi alma está en el otro lado.
Todos los pedacitos cayendo, haciéndose añicos,
fragmentos míos
demasiado afilados para juntarlos,
demasiado pequeños para tener importancia,
pero lo suficientemente grandes para cortarme en tantas piezas pequeñas...
Si intento tocarla y sangro,
sangro,
y ya no, ya no respiro.
Tomo aliento e intento salir del pozo de mis espíritus,
otra vez más te niegas a beber como un niño testarudo.
Miénteme,
convénceme de que siempre estuve enferma
y de que todo esto tendrá sentido cuando me recupere,
pero sé la diferencia
entre mi reflejo y yo,
no puedo evitar nada sino preguntarme
¿a cuál de las dos quieres?
Entonces sangro,
sangro,
y ya no respiro,
ya no...
Sangro,
sangro,
y respiro,
y ya no respiro,
y ya no respiro,
ya no respiro más.