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Diez mil hachazos mi tronco hacen diez,
buscan madera y resina después;
diez mil antorchas encienden ramal,
y en el incendio me persigue un triste mal,
pero de pronto la ceniza alumbró
y el crecimiento del tocón y asombró y más creció.
Diez mil venenos que tóxicos dan
su bienvenida apocalíptica en pan
diez mil curiosos me observan caer;
son diez mil seres que en su complicidad
hoy me asesinan, su preciosa heredad.
Crezco con el serrucho aquel
que tala el alma por un anaquel;
crecerá por la eternidad
mi buen follaje , su sombra y su piel.
Y hoy la masacre prosigue su andar:
cerros desiertos arunando mi lugar.
Muere le pulmón que oxigena mi ser,
pero renace de la nada el frutal,
insigne bosque con su verde vital.
Crezco con el serrucho aquel
que tala el alma por un anaquel;
crecerá por la eternidad
mi buen follaje , su sombra y su piel.