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Juanito dijo a Virgilio
que le dolía un tobillo
de tanto caminar, de ir y venir;
de tanto andar por pedregales y adoquín.
Pero Virgilio repuso
a don Pancracio en intruso
que Juan se había quebrado todo el pie
y que su hueso astilló a más no poder.
Pancracio se encontró a Evodia
que siempre quiso ser novia de Juan,
y allí escuchó que aquel pobre mortal
su pierna perdió.
Ahora "ña" Evodia le avisa
que su Juanito agoniza;
doña Clotilde se echa a llorar,
al pobre Juan es preciso enterrar.
Se organizó el funeral por fin,
todos reunidos en el jardín;
se ofrecen comentarios para dar
el clásico discursillo final.
Detrás de la muchedumbre
pregunta un hombre:
"¿Qué ha ocurrido aquí?
Yo soy Juanito, no me vean así:
mi tobillo sanó".
"¡Mi tobillo sanó!"/bis
"¡Mi tobillo sanó!"/bis
"Pero mi tobillo sanó!"
(Moraleja)