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Tenía entendido que la vida era el hoy,
que solo hay sal en los poemas de amor;
tenía entendido que en las piedras hay paz
pues jamás emprendí una investigación;
tenía entendido que el Sol
al esconderse se ponía a invernar;
y ahora me muestras con rostro de ilusión
tu mundo aparte y tu campo sin labrar.
Ya no hay nada que entender,
al ver tu fe ya comprendió mi visión;
no estás aquí, ya lo sé,
pero algún día te amará mi canción,
cuando no esté.
Cuando no esté tu campo se labrará
y nunca más compararé mi ración.
¿Cómo es posible que un destino sin luz
se halla bebido sin querer tu ficción?
Tenía entendido que el dar
era medido junto al buen recibir:
hoy me pregunto si tu escencia fugaz
me entregó todo solo a cambio del ir.
Ya no hay nada que entender,
al ver tu fe ya comprendió mi visión;
no estás aquí, ya lo sé,
pero algún día te amará mi canción,
cuando no esté.