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Yo sembrando en la tierra prometida
y tu regando con cariño lo sembrado,
dame tus manos amada mía,
quiero leer en tu mirada,
si le has cantado alguna nana
o le distes el pecho algún día,
a esa muñeca que hay en la cama.
Yo tengo que confesarte
que cuando te vas la cojo
quiero dejarla dormía,
la tumbo cierra los ojos
y sueño que es hija mía.
Amada mía abrázame
que no hay culpable entre los dos,
dame dos besos mujer
y aunque nos digan que no,
vamos a hacerlo otra vez.
No me niegues con los ojos
lo que nunca me dijeron tus palabras,
amada mía tu que sientes,
tuviste algún retraso, alguna falta,
dime si tal vez posiblemente,
te hubieras escondido algún pijama
por haberlo sentido en tu vientre.
Yo tengo que confesarte
que paso por un recreo
y miro para otra parte,
llorando cada vez que veo,
a un chiquillo con su padre.
Amada mía abrázame
que no hay culpable entre los dos,
dame dos besos mujer
y aunque nos digan que no,
vamos a hacerlo otra vez.
No te sientes esa tierra que no cría
y que siembra todo el año el campesino,
abre tus ojos amada mía,
quiero que sepas para siempre,
que si eres tierra vacía,
labrare las llanuras de tu vientre
amándote cada día.
También quiero que confesarte
que a veces me quedo solo
y el corazón se me parte viendo
que lo siembro todo
y lo que siembro no nace.
Amada mía abrázame
que no hay culpable entre los dos,
dame dos besos mujer
y aunque nos digan que no,
vamos a hacerlo otra vez.
Ahora mismo te traigo la muñeca,
tu la meces yo le canto amada mía,
mira que cara amada mía,
tiene de su madre la belleza,
tu misma cara dormida,
dale un beso y no te de vergüenza
háblale delante mía.
Yo tengo que confesarte
que cuando te vas la cojo
quiero dejarla dormida,
la tumbo cierro los ojos
y sueño que es hija mía.
Amada mía abrázame
que no hay culpable entre los dos,
dame dos besos mujer
y aunque nos digan que no
vamos a hacerlo otra vez.