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Amanece
y has pasado la noche sentado medio sopa
entre lloros, gemidos y lamentos
casi inaudibles pero muy molestos.
Y en boca de todos
las mismas frases desgastadas:
descanse en paz, era un gran tipo,
joder, no somos nada.
Bostezos, ojeras
legañas, boqueras
y mucha rabia por no haber pillado
ni un pellizquito de la herencia.
En el velatorio
todos están despiertos,
pero a nadie le quedan ganas ya
de seguir llorando al muerto.
En el tanatorio todos están tristes.
En la funeraria nadie cuenta chistes.
Menos yo que no estoy triste, sino todo lo contrario
porque me han subido el sueldo por lucirme amortajando.
El cuñado abraza a la abuela
y se ofrece a pagar a las plañideras.
Los hijos comentan en corrillo:
menudo pelota, el tío.
Una meadita, lavarse la cara,
rehacer el nudo de la corbata.
Megafonía, último aviso.
Recojan el puesto que ya es de día.
Calienta motores la incineradora
y el servicio de limpieza empapa sus fregonas.
Se largan en cortejo los enlutados
y entramos muy contentos los empleados.
En el tanatorio todos están tristes.
En la funeraria nadie cuenta chistes.
Menos yo que no estoy triste, sino todo lo contrario
porque me han subido el sueldo por lucirme amortajando