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Sesenta segundos sesenta veces,
contaba y faltaban siete veces más,
cerraba los ojos, soñaba irse lejos,
pero despertaba en el mismo lugar.
Ladraba, ladraba y no mordía nada,
por miedo a quedarse sin cucha ahí nomás.
Da rabia cuando un pobre diablo te quita
todo lo que dios no te da.
Para despegar una hora no alcanza,
a la vuelta la panza le va a reclamar.
Y el flash que a destiempo se le hace inseguro...
(sopita caliente en la mesa del bar).
Decidió que iba a ser un pájaro libre
y que nada más lo iba a atar.
Y cuando los sueños son de tal calibre
No hay despertador que los pueda bajar.
Junto a sus amigos, se puso una banda,
(No hay que darle al tiempo lo que no es de él)
Y hoy sabe que todo a valido la pena
si escucha los gritos del negro José.