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El zapato de mi horma,
vil nostalgia del futuro,
esta gota que nos colma,
la ceniza que fue puro.
Compartimos un pecado
de sabor a miel amarga,
te miré en contrapicado
soportando tu descarga.
Y después de tu portazo,
Yo aquí roto en un pedazo,
congelado en tu nevera.
Más seguro te perdono,
aún sin tú cambiar de tono
la siguiente primavera.
Maldigo
al oasis de arena de tu ombligo,
me acojo
a las leyes de tus ojos.
Lo que pudo no haber sido
Y, al final, sí sucedió,
lo cuento, pues lo he sufrido,
ella así lo decidió.
Te quedaste sin mi fruta
pues ya hay quien la recolecte,
no entraremos en disputa,
déjame que desconecte
de querer y no atreverme,
de avanzar y detenerme
a las puertas de tus brazos.
De reírme con tus ojos,
de buscar en los despojos
del desván de tus abrazos.
Maldigo
al oasis de arena de tu ombligo,
me acojo
A las leyes de tus ojos.
Malvivo
en el oasis de arena de tu ombligo,
me encojo
con las leyes de tus ojos.