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Sobre esta tierra árida, la muerte siento nacer,
tormentas de sangre, penetran mi piel,
un fuego que arde dentro, me consume sin saber,
que la prisión es mi tormento, el viento sacia mi sed.
Cierro la mente pensando ser aire
que surge de la vanidad,
abro los ojos sabiendo ser alguien:
¡mi rabia será tempestad!
Si sueñas y los sueños que deseas
no se hacen nunca realidad,
levanta el puño y alza tu mirada:
¡Tu rabia será tempestad!
Nadie debe jamás, creerse dueño de la libertad,
de la tierra, de sus gentes, de tu hogar.
Llegará igualdad, disfrazada por no mostrar,
que el hombre al hombre siempre va a dominar.
La riqueza y la avaricia, el honor hace perder,
a esos nobles sin nobleza, sus huesos de hiel,
su bandera es tu mortaja, que ondea al amanecer,
entre llantos y tinieblas, la esperanza ha de crecer.
Cierro la mente pensando ser aire
que surge de la vanidad,
abro los ojos sabiendo ser alguien:
¡mi rabia será tempestad!
Si sueñas y los sueños que deseas
no se hacen nunca realidad,
levanta el puño y alza tu mirada:
¡Tu rabia será tempestad!
Con sangre y sudor, trabajando hasta la desolación,
una tierra donde brota el dolor.
La semilla el valor, la tierra el corazón,
mi venganza su avaricia derrotó.
Nadie debe jamás, creerse dueño de la libertad,
de la tierra, de sus gentes, de tu hogar.
Llegará igualdad, disfrazada por no mostrar,
que el hombre al hombre siempre va a dominar.
Todo debe volver, a ser como en un principio fue,
sin esclavos, ni opresores, sin poder,
violencia, humillación, dignidad sin valor,
retales: tu voz al cielo, grita ¡No!