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A don Tiburcio Betanco, el bandador de laurel
le picó en el propio brazo una enorme cascabel.
Cuando mate la culebra le dijo el santo Fermín
(¿qué le dijo, hombre?...)
Vos te quedas con el cuero y me guardas el chischil.
Vos te quedas con el cuero y me guardas el chischil.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.
Me contaba John Guevara, una vez en Pochomil,
cantoneando una tonada una culebra yo vi.
Y una vieja majadera por pura superstición
Por golpear en la madera la guitarra me quebró.
Por golpear en la madera la guitarra me quebró.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.
(Atención, mucha atención
esta estrofa va dedicada con todo cariño
a ésos angelitos inocentes que son
¡las suegras!)
Por la rendija e la puerta que da al frente del solar
vide entrar una culebra de las que nombran coral.
a doña Trina mi suegra la animala la picó
(¡pobrecita, tu suegra!)
¡Pobrecita la culebra! del piquete se murió.
¡Pobrecita la culebra! del piquete se murió.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.
Machalá, machalá, machalá, machalá,
Machalá, machalá, machalá.
Cada cual de distinta manera golpeando madera dice machalá.