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Cansado de una larga jornada
me detengo a descansar,
el sol ha quemado mis espaldas
y mis pies casi están ya por sangrar.
La carga es pesada y el camino es largo aún,
¿quién me puede ayudar para seguir?
En mis ámporas no hay agua y no tengo qué comer,
¿qué haré? sólo esperar morir.
Coro:
Pero escucho una voz de lo alto:
Ven, deja tus cargas en mí,
yo antes ya lo he dicho:
Vengan cansados y trabajados.
Yo curaré tus heridas con la sangre
que vertí por ti en la cruz.
Yo soy tu camino y tu pan de vida,
y, si bebes de mi agua, jamás sed tendrás.
Con recuperadas energías
nuevamente empiezo a caminar,
la carga ahora me es un privilegio
y el camino es corto al pensar...
que pronto estaré bajo el árbol de la vida
y veré ese gran mar de cristal.
Y a mi lado escucharé la voz de mi Señor
como la escuché en mi vida tiempo atrás...
Coro:
Cuando dijo su voz de lo alto:
Ven, deja tus cargas en mí,
yo antes ya lo he dicho:
Vengan, cansados y trabajados.
Yo curaré tus heridas con la sangre
que vertí por ti en la cruz.
Yo soy tu camino y tu pan de vida,
y, si bebes de mi agua, jamás sed tendrás.