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Ya conozco de memoria el encantador lugar
entre la espada y la pared.
Pero a fuerza de hechos me demostró la vida
que ningún sendero es en vano.
Me enorgullezco de perder el rumbo cada tanto.
Sigo yendo adelante, como puedo, a la de Dios.
Desnudo, sin canilleras, sin memoria, sin canción.
Todavía espero algo, sin saber qué ni cuando.
Mi vida es la eterna espera de un premio
que todavía no sé si gané, merecidamente o no.
Mi paciencia me es constantemente infiel
y la desesperación está a la vuelta de la esquina,
tomando tragos con mi infortunio
que aprieta bronca entre sus puños
cuando me observa sin rasguños.
Mi tiempo se escurre, mis ganas se aburren
y yo sin salir, sin probar. Jugarme un pleno, a morir o a matar.
La vida por un sueño es un trato digno y justo.
No te asustes si me asusto, es que todavía no me acostumbré
a brindar por despojos, a los nuevos rostros y a las viejas ganas de ayer.
Ojalá que a mi sonrisa le tiren una pared.
Ya conozco de memoria el encantador lugar
entre la espada y la pared.
Pero a fuerza de golpes me demostró la muerte
que ningún camino es en vano.
Agradezco por perder el rumbo cada tanto.
Mi impaciencia espera desesperada a mi esperanza.
Cuando llegan, se miran, se abrazan y lloran, se quieren matar!
Y miran rengo a mi infortunio
que aprieta bronca entre sus puños
cuando me observa sin rasguños.
Mi tiempo se escurre, mis ganas se aburren
y yo sin salir, sin probar. Jugarme un pleno, a morir o a matar.
La vida por un sueño es un trato digno y justo.
No te asustes si me asusto, es que todavía no me acostumbré
a brindar por despojos, a los nuevos rostros y a las viejas ganas de ayer.
Ojalá que a mi sonrisa le tiren una pared.
Una pared
Una pared!